Lo bonito que es dar cátedra…

27 08 2009

Volviendo al caso de nuestro amigo, el médico inexperto que estuvo algún tiempo con nosotros hace ya muchos años, recordé otra anécdota…

Maestro alumnoComo consecuencia de sus fallos (las gotas y el salto) nuestro amigo empezó a tener mala fama y su consultorio ubicado dentro de la escuela en un «2×3» se quedó sin «pacientes». Ni profesores, ni secretarias, ni alumnos, ni nadie lo visitaban para recetarse con él, porque ya sabían que era un riesgo hacerlo. Ahora bien, por parte de los alumnos las necesidades de atención médica se limitaban (antes y ahora) a «dolorcillos» de cabeza, gripes y cosas pequeñas que les suceden mismas que cualquier persona aun sin conocimientos de medicina bien podría resolver, y cuando el problema era más grave simplemente se les canalizaba a una Institución formal como es el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Además, los alumnos saben todo lo que pasa en la escuela con el personal, podrán desconocer el resultado de sumar X + X, pero de lo que sucede en la escuela pueden dar referencia exacta con «pelos y señales», por lo tanto ya sabían de los errores del joven e inexperto médico, de manera que su actividad galena se redujo notablemente.

Detectada esta situación por parte de las autoridades oficiales del CBTis 70 y sabiendo que el susodicho algo tenía que hacer para devengar su salario decidieron experimentar asignándole carga académica, le otorgaron un grupo de alumnos -solo uno- para que les impartiera cátedra de una asignatura afín a su especialidad y de esta manera ocupar su ociosidad que en ese momento era absoluta.

¡Éxito rotundo!

Los alumnos del jóven médico jamás se quejaron de nada respecto de su forma de impartir cátedra. Pero lo mejor de todo es que nuestro amigo descubrió una nueva faceta en su vida y se quedó fascinado con su nuevo quehacer. Recuerdo haberlo escuchado más de una vez decir que el trabajo de maestro era un encanto, casi casi una bendición, que era muy satisfactorio enseñar y «derramar ciencia» en los adolescentes, en resumidas cuentas estaba ¡FELIZ! trabajando con un solo grupo.

Su felicidad llegó a oídos de la administración directiva… y para multiplicarle su deleite al iniciarse el siguiente semestre le asignaron tres materias y seis grupos «de un jalón». Entonces su concepto del quehacer docente cambió. Lee el resto de esta entrada »